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Los Olmecas

Olmeca es un gentilicio que significa "los del país del hule"; designa a los pueblos que se asientan definitivamente en las costas del golfo de México, Veracruz y Tabasco, ya aquellos que de ahí se movilizan para infiltrarse en varias zonas. Los focos de difusión se diversifican en el tiempo y el espacio, y por ello al estudiarlos se dividen en olmecas arqueológicos y olmecas históricos. Se desconoce su lugar de origen y su ruta migratoria.

Detalle de los rasgos de una cabeza Olmeca [1] Los estudios sobre su apariencia física son muy limitados: no se ha podido encontrar un solo esqueleto olmeca debido a que el tipo de suelo que habitaron, extraordinariamente húmedo, acabó con todo resto orgánico. En las muy numerosas figurillas hechas en barro y en diferentes especies de piedra y esculturas monolíticas, encontramos básicamente dos tipos humanos. Las características generales son: de baja estatura y cuerpo armonioso tendiente a la obesidad; braquicéfalos, con caras redondas; mofletudos; nucas abultadas; ojos oblicuos frecuentemente abotagados con pliegue epicántico; cuello corto, mandíbulas poderosas, labios gruesos con comisuras hundidas. Si analizamos estos rasgos es fácil diferenciar los dos tipos: el pliegue epicántico representa al mongólico, y los demás al negroide, pero éstos no son suficientes para probar la presencia de la raza negra entre los olmecas, más aún cuando se observa la gran variedad de negros originarios del continente africano que no poseen esos rasgos.

Desde el punto de vista arqueológico, lo que hace peculiar a la "cultura madre" es una tradición de formas artísticas, tecnológicas y agrícolas que, al heredarlas los olmecas, las modifican o adaptan a las necesidades del hábitat que ocupan. Mientras la mayoría de los pueblos antiguos debe luchar contra la sequía careciendo de irrigación,  los  olmecas,  por el contrario,  se debaten contra la selva y el agua, especialmente en La Venta, isla de extraordinaria belleza pero de clima húmedo y agresivo. La zona pantanosa y el monte alto de vegetación feraz impide el fácil desplazamiento por tierra. En cambio poseen en abundancia "caminos que andan",  ríos en cuyas márgenes desarrollan una agricultura intensiva,  si bien las siembras frecuentemente se malogran por las inundaciones. En el monte alto el sistema es de roza y quema. Se cree que los olmecas complementaban su ali- mentación con carne de venado, tapir,  jabalí,  mono,  jaguar,  tlacuache e iguana,  y entre las aves el pato silvestre;  todos ellos animales que aún se encuentran en la zona.  La región limita al norte con el golfo de México, al sur con las primeras estribaciones de las sierras, al oeste con el río Papaloapan y al este con la cuenca del Blasillo - Tonalá. El océano y las montañas estrechan el territorio pero no lo cierran: el Papaloapan y los lagos conectados con los ríos Limón y Cacique constituyen amplias vías de comunicación.

Entre los grandes sitios de la zona metropolitana olmeca se encuentra, junto con Tenochtitlan y Potrero Nuevo, una reducida área entre los ríos Coatzacoalcos y  Chiquito: San Lorenzo. Su origen se señala hacia 1,200 a. C y concluye  en el 300 d. C;  al igual que la cultura olmeca. Es construido  en una plataforma artificial de 50 m de altura sobre las sabanas que lo rodean; es de forma irregular y tres de sus lados muestran numerosas barrancas hechas por la mano del hombre tal vez con el fin de evitar inundaciones. Las características,  simbólicamente, son similares a las de la gran pirámide de La Venta que tiene entradas y salientes. La planificación de ambas ciudades es semejante. Se han encontrado restos de montículos de casas, aproximadamente 200, que por lo general se dis- tribuyen en grupos de tres alrededor de un patio. Esta distribución será típica en varias ciudades mesoamericanas,  entre ellas la maya.  Los monumentos tienen una orientación norte - sur .

Mapa de La Venta, en el estado mexicano de Tabasco, centro ceremonial y politico de la cultura Olmeca.

 

[2] El río Tonalá, límite actual entre Veracruz y Tabasco, forma junto con sus afluentes una región pantanosa en la que hay varias islas. En una de ellas, a 15 km del golfo, los olmecas levantan La Venta,  centro principal.  No obstante que el urbanismo no cristaliza en esta cultura, aquí se fijan una serie de principios.  La superficie total  de la isla es de 5.22 km2. En la parte central se distribu- yen los edificios ceremoniales ocupando una área más o menos rectangular, con la pirámide principal al centro, montículos y monumentos al norte y al sur. La gran pirámide está construida de barro acumulado hasta alcanzar 100 m de diámetro. Es trunca y se caracteriza por los 10 salientes y entrantes de su peculiar arquitectura. La pirámide al norte, situada en una área limitada por columnas de basalto, presenta ya el uso del talud para conformar terrazas superpuestas y escalonadas. Es aquí donde aparecen edificios adosados a otros principales, que serán copiados por los teotihuacanos.  Los distintos barros de colores,  cuidadosamente seleccionados y traídos de otros lugares, sirven para unir bloques de basalto,  cubrir superficies y colorear estéticamente la ciudad. La sección que ocupan los monumentos se rige por un eje central; a diferencia del de Teotihuacan, construido por una inmensa calzada, el de La Venta es una línea imaginaria que corre de norte a sur, pasando por el centro de la pirámide principal.

En La Venta se ha encontrado la monumental Tumba A, formada con pilotes de basalto, y una inmensa ofrenda de piezas extraordinariamente bellas talladas en jade. No  existe  ofrenda similar en ningún otro centro. Eso hace pensar a muchos que todos los otros sitios olmecas más o menos contemporáneos constituyen un estado en cuya capital, La Venta, se entierra a los grandes jefes. Además, La Venta posee la pirámide mayor,  la planificación más cuidadosa (aunque también en San Lorenzo se encuentra un eje similar que se señala por monumentos escultóricos). A lo largo de 400 años se conserva como  centro  de importancia y llega a ser ornamentado con medio centenar de monolitos.

Ofrenda numero 4. La Venta. Integrada por figurillas humanas y pequeñas hachas talladas en jade y serpentina, esta colocada tal y como se encontro. La posición de los personajes revela el caracter de una asamblea, en la que suelen discutirse asuntos relativos a la religión o al comunidad. Es notable la deformación craneana periforme en todos ellos, misma que acentua la expresión dramatica. [3] La escritura y el calendario  ( este último no puede existir sin la primera ) son evidentes en el periodo Olmeca II,  y más abundantes en el III.  Las que se conocen como Series Iniciales mayas o Sistema de Cuenta Larga, durante mucho tiempo se consideran sistemas de computación inven- tados por los mayas. Pero en 1939,  se encuentra en Tres Zapotes, una estela fragmentada con el sistema de la Serie Inicial perfectamente estructurado.  Esta estela,  la C,  parece referirse al baktún 7,  dos baktunes antes de que se desarrolle el periodo Clásico maya,  y es claramente,  como  ocurre invariablemente en Tres Zapotes,  una estela olmeca. Muchos años después, en marzo de 1970, el campesino Esteban Santos localiza el fragmento faltante de la estela, lo que comprueba que la lectura hecha por Stirling, 7.16. 6.16. 18.6 etznab 1 uo  es correcta.  Además se verifica que la escritura aritmética a base de puntos y rayas es invención olmeca, y que los primeros en dividir el año en 19 meses, cada mes de 20 días excepto uno de 5, y en crear los glifos para representar estos ciclos son los olmecas.

Si bien la estela C de Tres Zapotes permite identificar la fecha completa más antigua, se han encontrado en Monte Albán otras incompletas, pero anteriores. Ejemplos principales son los hallazgos de las estelas 12 y 13 de Monte Albán que contienen fechas con barras, puntos y glifos calendáricos que el carbono fecha hacia 600 a. C; o la de 800 a. C; encontrada en los Altos de Guatemala.

La invención de la escritura se registra en Monte Albán, Oaxaca. Cabe subrayar que una cosa es la escritura jeroglífica y otra el sistema jeroglífico necesario para establecer un calendario. Esta escritura propiamente dicha aparece  en otras inscripciones en el área  olmeca. En el monumento 13 de La Venta,  por ejemplo,  se ven varios glifos y uno de ellos representa un pie con el que se designa emigración,  viaje,  símbolo que se utiliza hasta el momento de la Conquista por culturas tan lejanas en el tiempo como la azteca. En el monumento lO de San Lorenzo hay un personaje que ostenta el glifo de las bandas entrecruzadas o X, el cual aparece con extraordinaria frecuencia; representa entre los olmecas ( y también entre los teotihuacanos ) las manchas de la piel del tigre, y posteriormente entre los mayas será un símbolo celeste o del fuego.  En suma,  existe ya un catálogo de los glifos o símbolos olmecas que,  junto con algunos de los zapotecas, llegan al área maya donde sirven de base para el desarrollo del extraordinario sistema de escritura de estas civilizaciones. Lo mismo sucede con los glifos calendaricos que son llevados por los mayas a altos niveles de perfección. Sin embargo, algunos de ellos permanecen inalterados hasta el fin de Mesoamérica.

 Respecto a la religión, los antecedentes olmecas para los mayas y otras culturas,  son:  el politeísmo (al menos durante un cierto tiempo ), una serie de dioses relacionados con el Inframundo y el complejo Quetzalcoátlico, y la idea de animales - hombres fantásticos, que combinan los rasgos humanos  con los de la fauna de la región.

Semejante carácter híbrido a veces lleva a concebir imágenes monstruosas. Esto procede del concepto del nahual.  En ciertas épocas de la historia mesoamericana,  animales como el jaguar,  la serpiente,  el murciélago o  el águila alcanzan alguna preeminencia,  y al combinarse entre sí o con los seres humanos, se convierten en nahuales. Si los mismos son de grupo y no individuales, entonces en cierta forma son totémicos.

El jugador de pelota o gladiador, cultura olmeca, fue encontrado cerca del rio Coatzacoalcos. Sorprende su semejanza con los pugilistas japoneses, pero se cree más bien que es unconductor del juego ritual. Mide 63 cm, la talla es exquisita y son notables los rasgos mongolicos del rostro, magistralmente tallados por el artista.[4] Otros antecedentes serían el culto al jaguar, y la relación entre éste y el jade, que representan el corazón de la tierra. Desde esta época el jade se vuelve el material más apreciado en Mesoamérica, pero ningún pueblo posterior talla el jade como los olmecas ( es posible que los jaguares sean también entidades espirituales infantiles, tales como los llamados "chaneques" en Veracruz y otras partes; entre los mayas serían los alux ); la relación pájaro - monstruo, usado más bien como jeroglífico, antecesor de las aves fantásticas adoradas por los mayas; en Tres Zapotes, se han encontrado pequeños conductos cerca de entierros,  y posiblemente son aquéllos el antecedente de los "psico - ductos" como en Palenque; la idea del sacrificio, particularmente del ser humano, aunque no se puede asegurar su práctica entre la mayoría de los pueblos del Clásico. Entre los diferentes tipos de entierro, además del sencillo en un hoyo abierto en la tierra, se usan los chultunes,  oquedades naturales o cisternas excavadas, las cistas con muros toscos de mampostería cuyo tamaño  es el mismo del muerto,  ataúdes hechos de losas, cubiertos con una tapa, y en cámaras construidas en montículos.

Como resultado de la eclosión de la cultura olmeca, en varias regiones como Oaxaca, la cuenca de México,  la costa del golfo y el área maya,  se empieza a desarrollar una serie de culturas locales, base del futuro periodo Clásico.

En esta fase, desde 800 a. C;  hasta principios de nuestra era,  el motivo religioso se acentúa y es la fuerza motriz que da a los pueblos ese carácter ceremonial y hierático. Con el inicio de la construcción de grandes templos ceremoniales y el culto a los muertos, surgen también los patrones precursores de la casta sacerdotal que monopoliza la ciencia y el poder político. En la erección de estelas y monumentos se representan seres sobrenaturales cuyos símbolos, fisonomía y parafernalia se repiten constantemente y son base de futuros dioses de simbología inamovible. Es decir aparecen las deidades que serán comunes.

En esta época, surgen dentro del área maya (Chiapas y Guatemala) sitios de suma importancia por poseer todavía reminiscencias olmecas mezcladas con muchos rasgos  mayanses y otros de influencia teotihuacana:  Kaminaljuyú,  situada en las goteras de la actual capital de Guatemala;  El Tránsito,  Monte Alto,  Bilbao,  Abaj Takalik  y el lobo en la costa guatemalteca;  en la chiapaneca, Izapa, Tzutzuculi y Tiltepec,  y en la depresión central,  Chiapa de Corzo,  San Agustín y una región cercana al cerro Ombligo junto a Ocozocuautla.  Muchos fragmentos de escultura de esta época se descubren como material de relleno en los edificios de Chinkultic, en los altos orientales de Chiapas, y  pertenecen al periodo Clásico maya.

En Kaminaljuyú, área de 5 km2, se han encontrado más de 200 montículos. Uno de ellos,  el E-III-3 mide 20 m de alto y tiene una base de 80. Dos tumbas escalonadas dan acceso a la parte central donde se llega a encontrar un esqueleto sobre una litera de madera, rodeado de ofrendas. Los montículos sostienen originalmente unas chozas-templo, como lo prueban los hoyos abiertos en el piso de barro de la parte superior, en la cual se colocan los postes de las esquinas. Kaminaljuyú presenta una gran influencia teotihuacana. La fase denominada Miraflores  es la más importante:        a ella pertenecen el edificio E-III-3 y las estelas 4, 9, 10 y 11 que revelan un intenso trabajo en la actividad lapidaria, además de la escultura. Aquí se encuentra el juego de pelota característico del altiplano guatemalteco, "palangana", con la cancha cerrada por los cuatro lados.

Situado a la orilla de un río y con una serie de vertientes a su alrededor, Izapa posee cerca de 150 montículos, algunos hasta de 22 m de altura. Entre ellos hay plataformas alargadas, altares, basamentos piramidales y canchas para el juego de pelota que corresponden a una época posterior a la que se describe.

En el arte escultorico tras la eclosion de la cultura olmeca, se conservan los rasgos olmecas, y hay cierta evolución, en donde las figuras son más elavoradas. Estela proveniente del Jardin de las Ilusiones,los personajes se encuantran relacionados con el ceremonial del juego de pelota.

[5] Los edificios están dispuestos alrededor de plazas, lo que presupone nivelar gran parte del terreno y agregar terraplenes para obtener así la uniformidad deseada. Lo más importante de Izapa es la integración de la escultura a la arquitectura. Gran número de monumentos están asociados con los cuadrángulos que forman las plazas. Se han encontrado 75 estelas,  60 altares y dos tronos. Muchas son las esculturas exentas, estatuas pequeñas, portátiles. Hay en abundancia columnas, esferas, pilas, brocales, cuencos y relieves grabados en piedras burdas. Es aquí donde aparece la combinación estela-altar que después se vuelve tan común en las ciudades clásicas como Tikal. El simbolismo predominante  está en clara relación con el ritual del agua. La abundancia de incensarios revela la importancia de Izapa como centro ceremonial, santuario de peregrinaciones con función de mercado. Además llega a controlar la producción agrícola de la costa.

Chiapa de Corzo, que se construye a la orilla del río Grijalva, controla gran parte de la navegación del mismo. Un centenar de montículos presenta pirámides, grandes plataformas para habitaciones y servicios de jerarquías mayores. En los montículos 1 y 5 se descubren las más grandes ofrendas cerámicas del lugar. Hay piezas provenientes de la época más antigua de Monte Albán; cerámica decorada con la técnica del "negativo" que se importa desde El Salvalor y se conoce como Usulután. La más copiosa es una variedad bañada en rojo pulido semejante a la que se fabricará en Kaminaljuytl,  Izapa y gran parte del área maya. Se han encontrado puntas de lanza trabajadas con sílex; conchas ricamente caladas y objetos de jade: aretes con dientes de jaguar, pecarí y jabalí; navajas de obsidiana;  mosaicos de piedras finas sobre un respaldo de concha; restos de cinabrio y objetos de pirita. Entre los hallazgos de mayor importancia se cuentan los de la Tumba 7 del montículo 1:  dos fémures humanos, uno de los cuales tiene un tubo tallado en un extremo como para ser introducido  en otro objeto. Se desconoce su utilidad, pero el tallado en relieve profundo, con detalles de incisión, hace evidente el trabajo artístico.  El otro hueso. incompleto, conserva tres figuras. Una tiene nariz chata, labios gruesos y dientes prominentes, igual que las esculturas de la primera época de Monte Albán; la segunda es semejante al monstruo jaguar, pero sin barba, y la tercera es un animal mitológico con características de pez. En el otro se ven dos figuras contrapuestas: una lleva la máscara barbada del monstruo jaguar, antiguo dios de los olmecas venerado también por los mayas. La máscara de la otra figura representa dos aspectos de un dios, el pájaro y la serpiente. Se supone que la escena representa el mito de la emergencia de criaturas del fondo del agua o de las nubes. Entre los mayas las imágenes son siempre descriptivas y simbólicas, y existe la idea de que toda inscripción o grabado en los objetos,  los anima,  los penetra de espíritu.

En el caso de los huesos humanos labrados, el fenecido "no obstante que se haya descarnado,  que haya perdido  el aliento,  la estera y la sandalia, tendrá la protección de los dioses”.

 

[1] Acercamiento a los rasgos de una cabeza olmeca. Foto: Sin datos

[2] Dibujo de la isla de La Venta. Autor: Sin datos.

[3] Ofrenda número 4, La Venta. Foto: Francisco Uribe

[4] El Luchador Olmeca. Foto: Beth Hansen

[5] Estela Olmeca. Foto: Beth Hansen

 


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